Thursday, March 9, 2017

Selected psychologist files. Sample 3 (I).

Paciente número 3.882, J.F.


Sesión 3 (Grabación 9.312, 9 de Marzo)


(El paciente entra y se sienta en la silla de confidente. Rechaza acceder a la zona de sofás ya que dice sentirse más cómodo en una mesa de despacho, pues marca una barrera entre médico y paciente. Es la tercera sesión, y en las dos primeras solo comentamos generalidades, pero algo me indica que su actitud hoy es diferente. Le pregunto sobre que desea hablar hoy, y directamente empieza a contarme sus preocupaciones).

“¿Sabe? Mucha gente cree que estoy obsesionado con la muerte, y no es cierto. La gente tiende a juzgar con los primeros datos que recibe, con el primer input que es capaz de procesar. A veces incluso descartan información que no consideran relevante simplemente porque no son capaces de entenderla, y en el momento que aparece algún concepto sencillo que son capaces de asimilar, ahí fijan su objetivo, y el resto de la conversación, o el resto de cosas que les puedas contar a lo largo de tu vida van a ser variaciones sobre esa primera idea, que mejoran o empeoran su percepción de ti como persona.

Por ejemplo, si yo le hablo de un accidente de coche y después le digo que en el mismo accidente se murió un niño que padecía una leucemia incurable, usted ignorará el accidente, porque ha visto muchos, pero fijará en su mente la muerte, porque es algo que todo el mundo maneja, y algo que todo el mundo teme y, sobre todo, es algo de lo que todo el mundo evita hablar pero no puede evitar pensar en ella.
Cuando además le digo que el niño tiene leucemia usted podrá desarrollar diferentes pensamientos sobre la situación, e indirectamente sobre mí, en función de lo que usted sienta cuando le hablan de una enfermedad terminal.

En primer lugar, usted puede pensar que la historia es hasta cierto punto macabra, por el hecho de que se muera alguien que estaba destinado a morir. También podría pensar, dentro de una línea de razonamiento muy similar, que el accidente le habría ahorrado al niño una muerte lenta, larga y dolorosa.

Pero podría ocurrir que usted despreciase el hecho de la muerte, y centrase su atención en lo injusto de la vida. ¿Leucemia? ¿Un niño? «¿Qué clase de justicia es esa?» podría preguntarse.

Y yo le pregunto en este momento, ¿Cuál de estas dos ideas domina en su mente?

Un día, hace ya bastante tiempo un amigo me dijo que estaba obsesionado con la muerte, porque siempre contaba historias de personas que se morían, que dejaban familiares queridos, historias de personas que no merecían o no querían morir, pero que siempre acababan de la peor manera.

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