Wednesday, March 18, 2015

The next last letter (I)

Esta será la última vez que te diga algo, aunque sea por escrito.

La verdad es que ya me cuesta recordar cómo empezó todo, es como una nebulosa en mi mente, como un vago recuerdo que al mismo tiempo se mezcla y se confunde con un sueño. Es como si no fuese capaz de recordar qué partes del principio eran reales y cuáles no lo eran.

En realidad, supongo que todo lo que recuerdo fue origen del problema, no tiene sentido mantener recuerdos artificiales sobre algo de lo que ya no tengo recuerdos reales, si es que existe este concepto.

Lo que sí sé con seguridad es todo lo que tiene que ver con el día en que las cosas empezaron a cambiar. Lo tengo claro, no hay un día concreto, no hay un momento en el que seas capaz de decir “hasta aquí”. Los seres humanos no somos capaces de reconocer esos instantes. Si reflexionamos sobre ello acabamos dándonos cuenta de que ese tipo de instantes son simplemente semillas. Aparecen y se almacenan en alguna esquina recóndita de la cabeza, no sabemos cómo ni cuándo exactamente se almacenan.

Lo único que sabemos de las semillas de los problemas es que en algún momento crecen y florecen, y ya no somos capaces ni de saber qué día se plantaron ni cómo acabar con ellas. Las semillas de los problemas dan lugar a la mala hierba de los problemas.

Sí, créeme, seguro que a ti te pasa lo mismo. Un día tu cabeza se llena de mala hierba y ya no crece ninguna otra planta en ella. Lo cierto es que en algún momento las cosas empezaron a torcerse, y no sé cuándo; y a duras penas conozco el porqué. Tú no tienes la culpa, tranquilo. Quiero que te quedes con este mensaje antes de nada, tú no tienes la culpa.

Y ahora seguro que empiezas a preguntarte porque te escribo esta extraña carta cuando parecía que las cosas estaban bien. Y seguro que, después de todo lo que hemos hablado, no entiendes porque te escribo en lugar de charlar tranquilamente contigo. Y haces bien en preguntártelo, porque se da una situación extraña, y difícil de explicar.

Supongo que si te escribo puedo expresarme con mayor comodidad, y, sobre todo, con mayor exactitud, aunque creo que el verdadero motivo es que no soy capaz de decirte esto en persona. No creo que nadie pueda. Es más, no creo que nadie lo haga aunque tenga la oportunidad. Creo sinceramente que esto es lo más íntimo que se puede tener, la decisión más personal que se puede tomar. Es algo que me resulta muy complicado hacerte entender, especialmente porque tú y yo siempre hemos opinado de formas muy distintas respecto a esto. Creo que tengo que pensar mejor la forma de explicarlo, no quiero que por una frase incompleta o mal explicada, o un argumento sin aclarar puedas llegar a sentirte culpable.